Lex Hermae

Ego, Prisca, me ordinem sodalesque fideliter adiuvare me vivo hac re iuro.

dissabte, 7 de juny del 2014

Obsesión 5


Hoy he tomado la decisión más importante de mi vida: me voy a Barcelona.

Ya se lo he dicho a todos, mis padres no entienden por qué me voy si allí no tengo trabajo, si no conozco a nadie, pero no puedo quitarme de la cabeza a Nit Obscura. Los voy a ir a buscar, necesito conocerlos.

Tanto Jabicho como Lulú lo han entendido perfectamente, de hecho están deseando que me instale por allí para venir a verme y experimentar la movida gótica barcelonesa. Pero como son unos cobardes no se quieren venir conmigo. Ni que fuéramos a un viaje sin retorno… ni siquiera la muerte es un viaje sin retorno, como demostramos cuando nos comunicamos con el espíritu de aquella mujer con la oui-ja.

Ya tengo el billete de tren y he hecho las maletas. Mañana mismo voy a ser una persona nueva en un lugar nuevo. Me vendrá a buscar a la estación Angelblood del Metaldeath, que suele frecuentar el Noctàmbul, el local donde actúan Nit Obscura.

Mi maltrecha alma tiembla de emoción, es una sensación que no suelo experimentar. Se me levanta la comisura de los labios y me sorprendo con una sonrisa tonta que odio cuando la suelo ver en los rostros de la gente. La respiración se me acelera y tengo ganas de soltar una carcajada que debo contener hasta que me arde la garganta. Siento la vida, la esperanza, es una perspectiva diferente que nunca creí que sentiría.

Oh, estoy tan cerca de ver a mi amor, a mi musa, que mi pobre y desgarrado corazón apenas tiene fuerzas para mantenerse de una pieza. Le he dedicado mi último poema, y se lo recitaré para que sepa lo que siento por ella. Tengo tantas ganas de sentir sus labios que temo arrancárselos de un mordisco, aunque sé que gustosamente me los comería si eso no le afeara el rostro.

Pero… siempre hay un pero, ¿y si Chili no me aceptara? No, imposible, me visita en sueños, ella siente lo mismo, somos dos almas perdidas que cuando nos encontremos sabremos que el sentido natural de nuestra existencia es vivirla sin volvernos a separar jamás.

Mi adorada y mortífera Chili, qué poco queda para que seamos felices de verdad…

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